lunes, 12 de febrero de 2007

Sobre Angelita


Se llama Angela Beatriz Bianculli de Rodríguez, aunque todos la conocen como “Angelita, de la Esquina de las Flores”, la pionera en cocina natural, la autora de numerosos libros y una figura frecuente en programas de radio y tevé. Esta ecónoma, empresaria, escritora e investigadora, tiene una faceta poco difundida: su vocación de servicio sin límites, motor de todos sus emprendimientos. Por esa vocación recibió el reconocimiento de la ONU en 1999 “a su contribución para promover la solidaridad, la integración social y el desarrollo espiritual en la Argentina”, junto a figuras como Indra Devi, Miguel Angel Estrella y Tita Merello, entre otros.“Hay en nosotros una necesidad casi fisiológica de servir, y cuando no se le da cabida, cuando no le dejamos espacio, nos sentimos incompletos, vacíos, disconformes, sin saber por qué.”, aseguraY nadie mejor que ella para hablar de vacío, tal vez del más grande que puede sufrir un ser humano. Su hijo Andrés, tenía 26 años cuando murió en un accidente automovilístico. “Yo creí que me moría con él. No podía hacer nada. Con mi marido y mi otro hijo parecíamos tres viejos sin rumbo. Andrés era supersano, deportista, vegetariano, no bebía, era el más fuerte de los cuatro, trabajábamos todos juntos. Recuerdo que cuando se cumplió un año de su partida me sentía tan mal que pensé que no podría levantarme. Saqué fuerzas de donde no tenía, me vestí y fui a trabajar como una autómata. Al llegar, atendí gente que me consultaba por sus propios problemas, más los del negocio, se fue pasando el día y yo me olvidé. A la noche me visitó una amiga porque sabía que era el aniversario. Recién cuando me preguntó cómo estaba, lo recordé. Entonces comprendí que cuando me olvidaba de mí, de lo que soy como ego, en esa entrega, yo conseguía estar más en paz. Al retomar el servicio e involucrarme de nuevo, recién ahí sentí algo de alivio”, relata Angelita desde su “alegría triste”. Así define su estado del ser, que se trasluce en todo momento en la dulzura de su mirada y en su sonrisa constante, aunque algo tristes.
Los iniciosA los 30 años, Angelita se enfrentó a un pronóstico doloroso. Sus articulaciones se cansaron y siendo aún joven le diagnosticaron un tipo de reumatismo pronunciado, considerado “incurable” para la medicina. Lejos de desalentarse, decidió que ella sola encontraría el camino a su sanación. Descubrió entonces un concepto revolucionario para la época: la comida macrobiótica, y una vocación especial, la de enseñar y transmitir a otros una nueva manera de comer sano y rico para tener una mejor calidad de vida. “Aprendiendo a comer de una manera más natural los hombres mejoramos nuestro medio y cambiamos la forma de sentir y de pensar –asegura–. Debo reconocer que al principio me hice un poco fanática, quería que mis hijos y todo el mundo practicara la macrobiótica. Como los chicos rechazaban lo que yo preparaba empecé a crear una cocina divertida y rica, a fuerza de pruebas, aciertos y errores. Tenía un cuaderno en el que anotaba todas mis recetas, si a ellos no les gustaban, arrancaba la hoja y la tiraba. Así fue como los amigos de mis hijos querían venir a comer a casa y sus mamás me pedían mis recetas. Fui aprendiendo a preparar los platos agradables y vistosos, haciendo a un lado el fanatismo inicial.”Siguieron los cursos, talleres y conferencias, videos, libros y fascículos y la apertura de su primera casa de comida natural: La Esquina de las Flores

No hay comentarios: